Pienso que Dios es uno sin importar el credo que uno decida seguir, en esta caso, la obra nos plantea el lenguaje típico de la tradición occidental ortodoxa. De un Dios castigador que plantea su visión desde un amor condicionado: te amo si haces esto, si eres así, si sigues mis mandamientos. Un Dios que ha impuesto tanto que su propia lógica ha perdido un orden, haciéndolo volver al origen y cuestionarse su verdadera misión. Así aparece en la consulta de la sicóloga y entre diálogos, se va plasmando esta relación de condiciones y cumplimiento de expectativas mundanas. El diálogo es rico en imágenes y comparaciones que nos van argumentando el por qué creer o no, y a la vez, muestra el lado empático de un Dios que sólo existe en relación a otros, en este caso, en relación a la sicóloga. La experiencia del encuentro habla por sí sola y se sella con un abrazo mágico que trasciende todo credo. Así, se nos presenta un trance de “verdad post-terapia” en que se confunde quién es realmente el paciente y el terapeuta.
Técnicamente, y por hablar de gustos, la puesta en escena me pareció poco elegante y atemporal. En mi opinión, visualmente era poco atractiva. Colores fuertes y desgastados, objetos añejos. El vestuario de los personajes parecía sacado de la ropa usada y se nos presentó un Dios que tuvo durante toda la obra la cremallera del pantalón entreabierta.
Con la atemporalidad me refiero a que el guión tiene la potencialidad de ser dirigido a un público transversal, sin embargo, el promedio de edad en la sala debe haber sido de 60 años. La experiencia estética sólo pudo ser vivida por la interpretación del texto, era más difícil percibirla visualmente. Quizás intencionalmente, iba dirigida al segmento de edad que describí.
¡Oh, Dios Mío! es del todo recomendable, sobre todo por su mágico final que confirma magistralmente todo el desarrollo de la obra. Insisto en que puede ser presentada de una forma mucho más creativa. No me aburrí ni se me hizo larga, pero hubo momentos en que me distraje porque visualmente costó que me cautivara, al final, lo hizo.
En cartelera, Auditorio Ben Amí. Jueves y Sábados 21 hs.
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